La playa está a media hora de camino desde el pueblo de Marsaxlokk, pero un amable
lugareño, que está buscandose la vida, nos aconseja ir en coche para no
perdernos y no cansarnos. Aceptamos el viaje por 10 €, sobre todo para no perder más tiempo... - El lugar es mágico - Piscinas naturales junto al mar, nos alejamos de la primera entrada al agua, y estamos solos en este paisaje lunar pintando con fondo azul marino.
Aquí no me hace falta el bañador, menos mal, porque no tengo. Salto al agua desde una roca de poco más de un metro de altura, y cuando Saúl me sigue, me doy cuenta que volver a la orilla no es tan fácil como parecía. Las olas golpean con fuerza contra las rocas, y salir del agua se convierte en un momento de tensión. Por fin me agarro a una piedra y logró una posición estable, Saúl con un par de rasguños en el brazo vuelve a la orilla también.
Volvemos a las piscinas más concurridas, y aquí tengo que lucir mis calzoncillos azules, no hay otra. En estas piscinas hay varios puntos para saltar al mar delsde distintas alturas. Yo no quiero arriesgar, pero Saúl no puede renunciar a un par de saltos, que quedan inmortalizados para la posteridad.
Este rincón nos lo llevamos ya para siempre en la memoria, y aquí compartimos con el resto de la galaxia, una pequeña porción de lo que allí vivimos.
La playa está a media hora de camino desde el pueblo de Marsaxlokk, pero un amable
lugareño, que está buscandose la vida, nos aconseja ir en coche para no
perdernos y no cansarnos. Aceptamos el viaje por 10 €, sobre todo para no perder más tiempo... - El lugar es mágico - Piscinas naturales junto al mar, nos alejamos de la primera entrada al agua, y estamos solos en este paisaje lunar pintando con fondo azul marino.
Aquí no me hace falta el bañador, menos mal, porque no tengo. Salto al agua desde una roca de poco más de un metro de altura, y cuando Saúl me sigue, me doy cuenta que volver a la orilla no es tan fácil como parecía. Las olas golpean con fuerza contra las rocas, y salir del agua se convierte en un momento de tensión. Por fin me agarro a una piedra y logró una posición estable, Saúl con un par de rasguños en el brazo vuelve a la orilla también.
Volvemos a las piscinas más concurridas, y aquí tengo que lucir mis calzoncillos azules, no hay otra. En estas piscinas hay varios puntos para saltar al mar delsde distintas alturas. Yo no quiero arriesgar, pero Saúl no puede renunciar a un par de saltos, que quedan inmortalizados para la posteridad.
Este rincón nos lo llevamos ya para siempre en la memoria, y aquí compartimos con el resto de la galaxia, una pequeña porción de lo que allí vivimos.
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