jueves, 5 de septiembre de 2013

La tormenta perfecta in Comino Island

No te lo esperas. Aquí hace buen tiempo siempre. Un par de veces ha llovido, pero apenas nos molestaba, casí agradeciamos el frescor del agua. Pero...

... en el mar todo cambia. Subimos al barco, después de nuestra primera parada en la Laguna Azul, chispeaba, mientras nos comiamos unas patatitas de aperitivo, y nos subimos al barco ya mojaditos. Cuando llegabamos a la segunda parada, la Laguna de Cristal, llovía un poco más fuerte, pero seguía haciendo calor. Aquí el barco fondeaba durante 45 minutos, para que pudiesemos bucear en las aguas cristalinas repletas de pececillos. Casí ningún pasajero parecía tener ganas de volver al mar con aquel más tiempo, pero yo me volví a poner el bañador, y me tiré de golpe, Luna e Inma me siguieron, Saúl más prudente y con un poco de frio se quedó haciendo fotos desde el barco.

En el agua se estaba bien, hasta que después de la tercera o la cuarta inmersión, persiguiendo a los peces con la cámara acuática, al sacar la cabeza, me doy cuenta de que llueve en serio, que digo en serio, llueve a mares...

Salimos del agua, y nos damos cuenta de que ropa y toallas se han mojado en el pequeño barco que nos transporta. Están sirviendo una essalada y entremeses para quienes contrataron la comida a bordo, pero el barco se tambalea como el galeón pirata del parque de atraciones. Nos cambiamos con dificultad mirando al cielo a la espera de una tregua, pero no para de caer agua. El barco anclado espera que el tiempo mejore para poder zarpar, pero aquello no cambia, cada vez más agua, cada vez el barco se mueve más de un lado a otro en la pequeña bahía protegida por las rocas de la costa.

Los niños con frio se acurrucan bajo un pareo, a Inma le gusta la aventura, pero yo ya no le veo la gracia, le preguntó al capitan como está la cosa, y dice que hay que esperar ahí hasta que escampe.

Finalmente parece que podemos continuar el viaje, aunque sigue lloviendo debilmente. Sin embargo giro a babor, retroceso por proa, avanti toda a estribor... ¡QUE NO SALIMOS!. El ancla se ha quedado clavada en las rocas del fondo y después de una y otra maniobra no sale de allí. Frio por la humedad, aunque la temperatura no es mala, cansancio e incertidumbre por estar allí atrapados, nos preguntamos cuanto tiempo podremos estar en esa isla...

Finalmente el joven patrón del barco toma la decisión de sacar la sierra de la caja de herramientas, y nos disponemos a cortar la cadena que amarra el ancla. Unos minutos después ...¡A tomar por culo el ancla! cortamos la cadena y ponemos rumbo de vuelta a la isla de Gozo. Se nos han quedado algunas cuevas sin ver, pero todos los pasajeros están deseando llegar a tierra firme.

Mojados, y comentando lo vivido bajo esta tormenta perfecta, volvemos a nuestra casa, para cambiarnos de ropa y comer algo.


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